Discapacidad Intelectual – ⏰ Tiempo de lectura de 5 a 7 Minutos

La discapacidad intelectual (DI), antes llamada retraso mental, se caracteriza por una inteligencia o capacidad mental inferior a la media y una falta de habilidades necesarias para la vida cotidiana. Las personas con discapacidad intelectual pueden aprender, y de hecho lo hacen, nuevas habilidades, pero las aprenden más lentamente. Hay distintos grados de discapacidad intelectual, desde la leve hasta la profunda. El término «retraso mental» ya no se utiliza, ya que es ofensivo y tiene un tono negativo.

Una persona con discapacidad intelectual tiene limitaciones en dos áreas. Estas áreas son:

• Funcionamiento intelectual. También conocido como CI, se refiere a la capacidad de una persona para aprender, razonar, tomar decisiones y resolver problemas.
• Conductas adaptativas. Son las habilidades necesarias para la vida cotidiana, como ser capaz de comunicarse eficazmente, interactuar con los demás y cuidar de sí mismo.

El CI (cociente intelectual) se mide con un test. El CI medio es de 100, y la mayoría de las personas obtienen una puntuación de entre 85 y 115. Se considera que una persona tiene una discapacidad intelectual si tiene un CI inferior a 70 o 75.

Para medir los comportamientos adaptativos de un niño, un especialista observará sus habilidades y las comparará con las de otros niños de su misma edad. Entre las cosas que se pueden observar están la capacidad del niño para alimentarse o vestirse por sí mismo, la capacidad para comunicarse y entender a los demás y la forma en que interactúa con su familia, sus amigos y otros niños de su misma edad.

Se cree que la discapacidad intelectual afecta a un 1% de la población. De los afectados, el 85% tiene una discapacidad intelectual leve. Esto significa que son un poco más lentos que la media a la hora de aprender nueva información o habilidades. Con el apoyo adecuado, la mayoría podrá vivir de forma independiente en la edad adulta.

Siempre que algo interfiere en el desarrollo normal del cerebro, puede producirse una discapacidad intelectual. Sin embargo, la causa específica de la discapacidad intelectual sólo puede señalarse en un tercio de los casos.

Las causas más comunes de la discapacidad intelectual son:

• Condiciones genéticas. Entre ellas se encuentran el síndrome de Down y el síndrome del cromosoma X frágil.
• Problemas durante el embarazo. Entre los factores que pueden interferir en el desarrollo del cerebro del feto están el consumo de alcohol o drogas, la desnutrición, ciertas infecciones o la preeclampsia.
• Problemas durante el parto. La discapacidad intelectual puede producirse si el bebé carece de oxígeno durante el parto o nace de forma extremadamente prematura.
• Enfermedad o lesión. Las infecciones como la meningitis, la tosferina o el sarampión pueden provocar discapacidad intelectual. Los traumatismos craneoencefálicos graves, la falta de oxígeno, la desnutrición extrema, las infecciones cerebrales, la exposición a sustancias tóxicas como el plomo y la negligencia o los abusos graves también pueden provocarla.
• Nada de lo anterior. En dos tercios de todos los niños que tienen discapacidad intelectual, la causa es desconocida.

Algunas causas de discapacidad intelectual se pueden prevenir. La más común es el síndrome de alcoholismo fetal. Las mujeres embarazadas no deben beber alcohol, (saber más sobre los mejores alimentos para embarazadas aquí). Recibir una atención prenatal adecuada, tomar una vitamina prenatal y vacunarse contra determinadas enfermedades infecciosas también puede reducir el riesgo de que su hijo nazca con discapacidad intelectual.

En las familias con antecedentes de trastornos genéticos, puede recomendarse la realización de pruebas genéticas antes de la concepción.

También se pueden realizar ciertas pruebas, como la ecografía y la amniocentesis, durante el embarazo para buscar problemas asociados a la discapacidad intelectual. Aunque estas pruebas pueden identificar problemas antes del nacimiento, no pueden corregirlos.

La discapacidad intelectual puede sospecharse por muchos motivos diferentes. Si un bebé presenta anomalías físicas que sugieren un trastorno genético o metabólico, pueden realizarse diversas pruebas para confirmar el diagnóstico. Entre ellas están los análisis de sangre, los análisis de orina, los escáneres para buscar problemas estructurales en el cerebro o el electroencefalograma (EEG) para buscar evidencias de convulsiones.

En los niños con retrasos en el desarrollo el médico realizará pruebas para descartar otros problemas, como los relacionados con la audición y ciertos trastornos neurológicos. Si no se encuentra ninguna otra causa para los retrasos, el niño será remitido a otro tipo de pruebas.

El diagnóstico de la discapacidad intelectual depende de tres factores: las entrevistas con los padres, la observación del niño y las pruebas de inteligencia y comportamiento adaptativo. Se considera que un niño es discapacitado intelectual si presenta déficits tanto en su coeficiente intelectual como en sus conductas adaptativas. Si sólo está presente uno de los dos, el niño no se considera discapacitado intelectual.

Una vez diagnosticada la discapacidad intelectual, un equipo de profesionales evaluará los puntos fuertes y débiles del niño. Esto les ayuda a determinar cuánto y qué tipo de apoyo necesitará para tener éxito en casa, en la escuela y en la comunidad.

Para los bebés y niños pequeños hay programas de intervención temprana. Un equipo de profesionales trabaja con los padres para redactar un Plan de Servicio Familiar Individualizado (IFSP). Este documento describe las necesidades específicas del niño y los servicios que le ayudarán a prosperar. La intervención temprana puede incluir logopedia, terapia ocupacional, fisioterapia, asesoramiento familiar, entrenamiento con dispositivos de ayuda especiales o servicios de nutrición.

Los niños en edad escolar con discapacidad intelectual (incluidos los preescolares) tienen derecho a recibir educación especial gratuita a través del sistema escolar público. Así lo exige la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social. Los padres y los educadores trabajan juntos para crear un Programa Educativo Individualizado que describe las necesidades del niño y los servicios que recibirá en la escuela. El objetivo de la educación especial es realizar adaptaciones, ajustes y modificaciones que permitan al niño con discapacidad intelectual tener éxito en el aula.

Los pasos para ayudar a su hijo con discapacidad intelectual incluyen:

• Aprenda todo lo que pueda sobre la discapacidad intelectual. Cuanto más sepa, mejor podrá defender a su hijo.
• Fomente la independencia de su hijo. Deje que su hijo pruebe cosas nuevas y anímelo a hacer cosas por sí mismo. Oriéntelo cuando lo necesite y dele una respuesta positiva cuando haga algo bien o domine algo nuevo.
• Haga que su hijo participe en actividades de grupo. Participar en actividades extraescolares ayudará a su hijo a desarrollar sus habilidades sociales.
• Manténgase involucrado. Si se mantiene en contacto con los profesores de su hijo, podrá seguir sus progresos y reforzar lo que está aprendiendo en la escuela mediante la práctica en casa.
• Conozca a otros padres de niños con discapacidad intelectual. Pueden ser una gran fuente de consejos y apoyo emocional.